A esta hora, la vida entera de nuestro planeta, desde el nacimiento hasta la muerte, se detalla, día por día, en las miríadas de astros-hermanos, con todos sus crímenes y desgracias. Lo que denominamos progreso está encerrado en cada tierra entre cuatro paredes, y se desvanece con ella. Siempre y en todas partes, en el campo terrestre, el mismo drama, el mismo decorado, en la misma estrecha escena, una humanidad ruidosa, infatuada de su grandeza, creyéndose el universo y viviendo en su prisión como en una inmensidad, para hundirse muy pronto con el globo que ha cargado, con el desdén más profundo, el fardo de su orgullo. La misma monotonía, la misma inmovilidad en los astros extraños. El universo se repite sin fin y pifia en el mismo lugar. La eternidad interpreta imperturbablemente en el infinito las mismas representaciones.
A. Blanqui.
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