martes, 20 de octubre de 2009

Chile; La Distribución del Ingreso como Matonaje (Para algo que sirva saber que cresta es el Coeficiente de Gini)



A Modo de Introducción

El coeficiente de Gini es un indicador utilizado para medir la desigualdad del ingreso. Para el cálculo de este indicador, se ordenan las familias (o individuos) de menor ingreso al de mayor ingreso. Luego se cuantifica que parte del ingreso total corresponde al quintil inferior (20% de familias de menor ingreso relativo) y así sucesivamente hasta el quintil superior. Este coeficiente de Gini tiene valores que fluctúan entre 0 y 1; el valor 0 corresponde al de una distribución igualitaria en que cada quintil capta el 20% del ingreso total, mientras que el valor 1 corresponde al caso de distribución inequitativa extrema en que el 1% de familias de mayor ingreso concentra el 100% del ingreso total. En consecuencia, mayores valores del coeficiente de Gini indicarían una distribución más desigual de ingresos.







I

Existe una percepción generalizada de que la distribución del ingreso empeoró regresivamente durante la dictadura militar (1973-90) y que, durante los recientes gobiernos democráticos, a lo sumo, sólo habría habido un estancamiento de la situación anterior. En otras palabras, a pesar del notable ritmo de crecimiento económico, la situación distributiva se mantiene congelada en el mismo nivel al cual estaba al final de la dictadura.

Pero, lamentablemente, al examinar la evolución de la distribución del ingreso monetario según quintiles para el período 1986-2002 se observa lo siguiente:

(a) El quintil superior representa cerca del 57% del ingreso total; el quintil inferior representa menos del 4,5% del ingreso total. Luego, el ingreso promedio del quintil superior es 13,8 veces mayor (2002) que el ingreso promedio del quintil inferior.

(b) El coeficiente de Gini fluctúa en torno a 0,48.

(c) Observando la evolución del coeficiente de Gini, del cuociente de ingresos quintil superior/quintil inferior, y de las participaciones relativas de estos dos quintiles, podría decirse que la distribución del ingreso se ha mantenido relativamente constante entre 1986 y 2002


Vamos bien señores, vamos muy bien; estamos llenos de malls, autos chinos, zapatillas Niké, celulares con papel confort y miles de cosas más. Estimados lectores; vamos como el forro…







II

Las cifras distributivas chilenas corresponden a una situación inequitativa relativamente mala. En América Latina, sólo Brasil tiene una distribución peor. Chile tiene una distribución del ingreso similar a la de Guatemala, Kenia, Tonga, Sudáfrica y otros “super países” (Banco Mundial, 2002). Hay bastante coincidencia en distintas fuentes de datos internacionales respecto a la inequitativa distribución del ingreso de Chile (CEPAL, Banco Mundial, BID). En las distintas fuentes de datos internacionales, Chile tiene un coeficiente Gini superior a 0,55. Los países desarrollados tienen coeficientes Gini inferiores a 0,40. ¿Cuándo va a tener Chile un coeficiente Gini de 0,40?, ¿qué es necesario hacer para lograr esto?


Y si usted estimado lector ya está deprimido y quiere estar aun peor lea lo siguiente; un segundo indicador que le hará parecer lo anterior a una fiesta de la justicia económica.

Si excluimos de los cálculos el decil 10 (decil más rico) y se calcula el coeficiente Gini para los 9 deciles restantes el coeficiente Gini resultante para Chile es 0,27, uno de los más bajos del mundo. En otras palabras, si se excluye el decil 10, la distribución del ingreso chilena es extremadamente equitativa para los 9 deciles restantes. (Chupate esta pos Marx)



Para terminar, y utilizando una cita “reciente”:

"¿Qué es lo que necesitan los grandes para explotar a los chicos, los fuertes a los débiles, los empresarios a los obreros, los hacendados a los inquilinos, los ricos a los pobres? Sólo una cosa: libertad, o sea la garantía de que el Estado no intervendrá en la lucha por la existencia para alterar el resultado final en favor de los desvalidos. Eso es lo que el sistema de libre mercado da a los más poderosos"
V. Letelier Los Pobres. 1896.

martes, 13 de octubre de 2009

ENTREVISTA A ZIZEK









Con ustedes, señoras y señores, una interesante entrevista a Slavoj Zizek. ¿Quién es este tipo? Ex Candidato a presidente de Eslovenia, filósofo, sociólogo, psicoanalista, alcoholico, y sobre todo; rockstar intelectual europeo.

Zizek utiliza en sus estudios ejemplos extraídos de la cultura popular, desde la obra de Alfred Hitchcock y el cine porno, hasta la literatura de Kafka, además de problematizar autores olvidados como Lenin, Stalin y Robespierre y tratar sin remordimientos temas espinosos como el fundamentalismo, la tolerancia, la subjetividad y lo políticamente incorrecto en la filosofía postmoderna. Actualmente reside en Londres por que, según sus propias palabras, “las mujeres son más fáciles y borrachas”.














Una noción de la que se ha ocupado últimamente es el tema de la virtualización de la realidad. ¿Qué significa esto?



S. Z.: Lo que trato de enfocar no es sólo el apasionante tópico de lo virtual y lo real. Lo que me interesa es lo que Gilles Deleuze llama “la realidad de lo virtual”, en el sentido de que hay algo que en un sentido es virtual, es decir no es actual, y a pesar de todo tiene consecuencias reales, causas reales. Miremos la política actual, que funciona como el proverbial pecado de un matrimonio, en el que hay uno de ellos que es desdichado y sueña que algún día podrá abandonar a la mujer o al marido. Pero paradójicamente, mientras se sueña con esto, es algo que nunca se va a hacer, es sólo una posibilidad. La política de Occidente funciona de esta manera. Soñamos que podemos cambiar cosas, mejorarlas, pero es algo que nos sirve para protegernos y sobrevivir al hecho de que las cosas son así y no podemos cambiarlas. Entonces, a veces lo virtual funciona, posibilita aceptar las cosas tal como son. Esta paradoja me interesa de sobremanera. Es decir, no el tópico de moda sobre lo virtual, en el sentido de comunicación a través de e-mails, el sexo virtual, los cyber sex, este aspecto no me interesa demasiado. Es más la cuestión de la realidad de lo virtual. Por ejemplo la creencia: en uno de los casos de la vida cotidiana que a mi me gusta usar, un padre con un hijo pequeño “yo no creo en la Navidad, yo sólo pretendo hacerle creer esto a mi hijo”. Y si se le pregunta al hijo, éste dirá que procura creer para no defraudar a su padre. En realidad, nadie cree realmente, pero la creencia funciona. Pienso que la gente hoy cree en la virtual verdad de otro. Paradojas como estas son centrales y muestran la manera en que la ideología funciona.



¿Cuál es el objetivo de la crítica a la ideología hoy?



S. Z.: La ideología opera hoy plenamente. Uno de los tópicos de moda desde la desintegración del socialismo, a fines de la década del ’80, es que la era de la ideología ha terminado, de que vivimos en una época postideológica, pragmática, en la que la economía es una cuestión de expertos, y desde ese momento no se cree más en las grandes ideologías. Creo que eso no es verdad. Los ’90 fueron los grandes años de la utopía liberal capitalista, eso que Francis Fukuyama conceptualizó con la fórmula de “el fin de la historia”. Eso fue una ideología en la que la experiencia ideológica nunca se vive como ideológica en sí. Hay además un fuerte sentido simbólico en el 11 de septiembre, y es precisamente que marca el final de esta ingenua utopía liberal. Ahora sabemos que no hay tal fin de la historia, que no todo el mundo va a ingresar al canon de este mundo capitalista liberal y tolerante. Y a pesar de todo, la gente continúa sin aceptar que la ideología está aún operativa. Especialmente hoy las elecciones políticas están mediadas por la ideología, y son presentadas como elecciones debidas al sentido común o al conocimientos de expertos. Si se escucha a los economistas de hoy, pretenden hacernos creer que lo que ellos hacen es ciencia, como si la ciencia de la economía no tuviera nada que ver con la política sino con el movimiento de los mercados. Pero si esto se analiza de cerca, hay ciertas presuposiciones políticas, porque la economía nunca es simplemente pura economía. Y esto es de lo que debemos convencer a la gente: que la ideología funciona precisamente cuando es invisible, cuando uno no está atento.


¿Por qué repite constantemente que “todo es política”?



S. Z.:- Concibo la noción de lo político en un sentido muy amplio. Algo que depende de un fundamento ideológico, de una elección, algo que no es simplemente la consecuencia de un instinto racional. En este sentido, sostengo que nuestras creencias privadas, en el modo en que nos comportamos sexualmente o en lo que sea, son políticas, porque es siempre el proceso de elecciones ideológicas y nunca es simplemente naturaleza. En este sentido diría que la cultura popular es eminentemente política, y me interesa justamente por eso. Si usted mira los grandes filmes de Hollywood, en un principio parecerían ser absolutamente apolíticos, pero en la trilogía Matrix está absolutamente claro que bajo la excusa de un entretenimiento se apunta a los más profundos temas políticos. Matrix es una especie de metáfora gigante de cómo estamos controlados por un anónimo poder. Estoy cada vez más interesando en la manera en que hasta el más ínfimo divertimento despliega un mensaje que es siempre utópico. El mensaje verdadero, por lo menos en cierta lectura marginal, es que sólo en condiciones de una inminente catástrofe se puede concebir una especie de nueva solidaridad, en la que todas las luchas son olvidadas y todos pugnan por ayudar al prójimo. El mensaje de todos estos filmes es muy perverso: nuestra sociedad está tan dispersa en la competencia que necesitamos una gran catástrofe para lograr imaginar una nueva forma de solidaridad y cooperación.



Usted ha planteado cierto escepticismo frente a los estudios culturales, y prefiere oponer universalismo a multiculturalismo…



S. Z.: Por supuesto, estoy de acuerdo con las preocupaciones oficiales del multiculturalismo, estoy a favor de la tolerancia de toda cultura, de toda orientación sexual. Lo único que yo discuto es que, básicamente, esto no puede ser la coraza última de nuestra actividad política. En orden de plantear políticas multiculturales se debe encontrar un núcleo universal de normas y valores, como manera de respetarnos entre todos. No es que el universalismo sea opuesto al multiculturalismo, pienso que las prácticas exitosas de multiculturalismo presuponen un piso universal, es decir: ¿qué significa respetarnos entre todos? El otro punto, aún más importante, es que en el reconocimiento de las diferencias, en el punto máximo de la ética y de la política, el tema no es que debemos tolerarnos entre todos, sino que debemos oponernos, no físicamente por supuesto, sino con otra lógica. Eso que he definido como que “la verdadera medida del amor es que se puede agredir al otro”. Este es mi punto de oposición con el clásico multiculturalismo de los ’90, que propone un respeto a la cultura del otro, sus bailes, su ropa, pero no en cosas trascendentes. Debemos reenfocar el problema sobre la opresión del poder económico y político, que es el verdadero terreno de las luchas.



Después del 11/09, parecen haber salido a la luz algunas secuelas del control sobre la vida…



S. Z.: Una cuestión importante es la que Giorgio Agamben analizó en Homo Sacer, en el sentido de que cada vez más y más gente está fuera del orden legal o jurídico. Los prisioneros afganos de Guantánamo son el mejor ejemplo: la vida no importa para nada. La lógica de los campos de concentración se está extendiendo cada vez más, y ya no sólo para prisioneros. La idea de sobrevivencia biológica de grupos empieza a parecer como parte de procesos políticos. Conectado con esto está el efecto de que nos estamos moviendo hacia un orden global en el que prima el estado de excepción como un orden normal de cosas. En esto soy relativamente pesimista. Hay cambios pequeños e imperceptibles en la política, pero tal vez por eso importantes, por ejemplo el hecho de que de pronto en Estados Unidos haya un debate público sobre el uso de la tortura. Hace 20 años esto era algo imposible de concebir, y es un signo ominoso de cómo los roles de la política, de la ética, de los valores van cambiando imperceptiblemente. Más que los grandes cambios, hay que observar los pequeños.



Usted está cada vez más posicionado en una perspectiva fascinada con el cristianismo, en un mundo que ha perdido su sustancia…



S. Z.: Soy incondicionalmente ateo, pero lo que me interesa en el cristianismo es una cierta lógica de comunidad, la manera en que funciona una comunidad de creyentes. No es ni una comunidad de individuos ni una comunidad ética sustancial. Es una especie de comunidad totalmente distinta, emancipatoria, involucrada en una práctica de liberación. Lo que me interesa en la ética cristiana es la idea de una lógica del renacer a la fe, que significa que el cambio radical es posible, que no estamos predestinados por un poder oscuro que controla todo, que es posible empezar desde cero. Además, me interesa una idea que también se encuentra en el marxismo tardío: la de una fe universal que es accesible sólo desde una posición subjetiva. Y la cuestión de que el único terreno para ser devoto de Dios son las relaciones sociales, y ahí es donde se demuestra la verdadera creencia como concepción cristiana del amor. Esto está negado en muchas de las nuevas formas de espiritualidad contemporánea, esas formas egotísticas y new age de espiritualidad, del conocimiento interior



Sus escritos sobre la biogenética han desatado fuertes polémicas. ¿Qué quiere significar con las perspectivas radicales que abre la biogenética?



S. Z.: La gente reacciona contra esto por la simple cuestión de sentirse molesto o con miedo a nuestras nociones de libertad o dignidad, y entonces dicen que debemos limitarla. Esto es lo que dice la Iglesia, lo que dicen algunos círculos intelectuales europeos, como Jürgen Habermas. Pero pienso que nos debemos hacer preguntas más radicales. Los resultados de la investigación biogenética nos fuerzan a confrontar con preguntas fundamentales de nuestra condición humana: ¿somos libres?, ¿qué significa la libertad? Me gustaría conocer si somos libres, y la conclusión es que somos el resultado de algo determinado, no por nuestros genes, porque por supuesto este geneticismo primitivo es falso. Entonces mi idea es que la usual reacción contra la biogenética evita el verdadero problema, que es que debemos repensar muchas de las cuestiones relativas a la organización de nuestra vida ética. No es suficiente decir “no estoy de acuerdo” y no permitirlo, o controlarlo. Debemos preguntarnos preguntas más fundamentales y no actuar según esta actitud defensiva.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Imaginación, razón y locura


Siempre han existido voces muertas, aquellas que son calladas por el peso de la costumbre que busca los pies en la razón. Caminamos sobre una razón olvidada como lo que ella es, tan sólo razón y no verdad. Tendemos a confundir los conceptos por que no es más confiable buscar explicaciones en la obviedad más que en la razón misma, y es así como hemos construido un imperio de absolutos ahí donde no hay nada más que un sistema lógico que se apoya más en la imaginación que en la razón misma.

No hemos podido separarnos de la razón por que ella misma nos ha construido. Somos sus fieles hijos y por lo tanto vemos a nuestro padre con una sensación de legitimidad ciega y sorda. Razón como padre biológico y como creadores de hijos de arcilla que respiramos por él y que no somos nada más que reflejo de él. A tanto llega nuestra fidelidad a la razón que ella es la fuente de nuestra ciencia y de nuestros cantos y poemas.

La razón me mata como mata a la locura, la mata por qué la locura sólo es encerrada por medio de la razón. El loco no habla sino es por medio de la razón, la razón no la entiende ni comprende sino que la individualiza por medio de la razón y por medio de su lenguaje racional la convierte en objeto de su estudio, repito... de su estudio, racional y por lo tanto absolutamente soberbio. El loco no habla por que está imposibilitado de hablar sino es por medio de una ampliación de la normalidad- razón hacia sus mismos márgenes para identificar que la locura; no habla por la razón, habla por la sin razón. Ahí donde termina la razón nos habla la locura desde el silencio o desde la sin razón; no importa – al menos sobre este punto- ya que queda, cualquiera sea la alternativa, inmovilizada por no ser lo que la misma razón permite hablar o escuchar. La voz del loco está muerta por la razón y por ende la razón toma la locura y escucha su susurro descifrable por medio de ella misma y para luego decirle; “no te entiendo y me es imposible entenderte si no dices nada que yo pueda imaginar como cierto”.

Certeza es razón e imaginación, por que la imaginación es subsidiaria de lo pensable como cierto o incierto, como razón o sinrazón, como verdad o falsedad. Podemos pensar a un hombre alado con mayor facilidad que imaginando una tortuga con alas... por qué lo segundo no es una construcción imaginada por nuestras condiciones socio-culturales más que siendo considerada, la segunda alternativa, como “imaginable pero absurda”. Entonces ¿hay límites a la imaginación? Si, y estos límites son nuestra incapacidad de poder diferenciar la imaginación de la razón.

¿Cuándo dejamos de imaginarnos un mundo mejor? Cuando nuestra imaginación vio las alternativas racionales que tiene el mundo de “mejorar” y decidió racionalmente que es “imaginable pero absurda”. Pensar un mundo mejor es absurdo y no por que se ha vuelto menos racional, sino que debido al triunfo de “LA RAZÓN” no existen más alternativas que ella misma; la imaginación a la basura, nuestros sueños al olvido, un mundo mejor al espacio de lo absurdo... de la locura. Lo siento poetas, el mundo ya no puede ser imaginado por la metáfora sino es apelando a la pasión y a la destrucción de la razón; el mundo se vuelve tan racional que me es imposible IMAGINAR sin caer, por un momento, en la locura.

domingo, 4 de octubre de 2009

BREVE HISTORIA DE EDUCACIÓN, PEDOFILIA Y LÓGICA

- ¡Papá, papá! , ¡Hoy he reconocido a un pedofilo! – Gritaba presurosa la niña por el pasillo del departamento.

Miró a su padre de manera angelical y sonriente, como si en realidad esperara alguna felicitación o algún tipo de premio; que podía involucrar desde un lindo viaje a Mc Donald hasta una Barbie Playa Reñaca Limited Edition.

- ¿De verdad hijita? – pregunto el Padre sin recordar lo que el Manual de Padres decía para esta extraña situación.

- ¡Si papito, estoy segura!

- Mmmmmm, ufffffffffffffffff

- Lo pude reconocer por que se estaba fijando en una revista de niñas desnudas y después se dio vuelta para mirar una colegiala que llevaba la falda corta.

- Ayyyyy, hija, debe haber sido feo para ti ver esa situación- suspiró. Pero no te preocupes que a ese hombre malo lo van a encerrar en la cárcel. – El padre abrazó a su hija de tiernos 10 años recién cumplidos la semana pasada y pensó:

- ¿Cabra de mierda no me habrá mentido de nuevo para creerse más inteligente de lo que es?
- De dónde voy a sacar plata para darle un premio a esta cabra chica que todo lo traduce en cosas materiales. (Padre marxista que critica a su hija por ser materialista burguesa)
- ¿Quién tiene el monopolio de las Barbies? – Ya tenía 10 años y, por lo tanto, no podía seguir engañándola con Barbies mulas compradas en Estación Central.
- ¿Este tipo de “acertijos infantiles” son normales en esta época o ya me estoy volviendo viejo y no entiendo a las nuevas generaciones?
- Esta cabra me asegura que vio aquello con es sólo conceptual; un pedófilo. Puta que tenía razón Foucault, los sistemas disciplinarios creadores de verdad de la sociedad contemporánea actúan a la perfección.
- ¿Esta pendeja no estará leyendo a Hume y como todo lo traduce en experiencia determina categorías a partir de ella; el pedofilo? – Grave situación por que significaría que la niña ya ha tenido contacto con un pedófilo.
- Entre Internet y los programas de erotización de los menores de edad (Yingo, Calle 7, Muralla Infernal) la sociedad se ha vuelto una degenerada.
- Tengo que dejar de abrazarla en este mismo instante o sino el próximo acusado de pedofilia seré yo.