Cada cierto tiempo la estupidez humana busca camuflarse de diferentes maneras, para así parecer menos estúpida y poder hacer lo que normalmente sería bastante poco legítimo hacer. Por que si los sectores más ignorantes de nuestro país puedan ser cooptados con la clásica formula del “pan y circo” los sectores que se sienten políticamente cultos aspiran a algo más; a una especie de profundidad torpe e imprecisa pero que represente cierto nivel de justificación para seguir apoyando al gobierno de derecha. Y eso es lo que ha sucedido con respecto al actuar de Piñera en estos primeros meses; todas y cada una de sus caídas y torpes pasos están siendo justificados por los sectores “cultos” de derecha a partir de la base de que “este es el gobierno de los mejores y no de los apitutados políticos”. Por que está claro que obviamente la carencia de elementos cualitativos y morales en los cuales apoyarse, por parte de la derecha, los hace apoyarse en los elementos técnicos que son el objeto del “ser” del liberalismo actual.
Y realmente al principio era bastante difícil el poder contradecir la formula antes descrita, uno a uno los nombramientos –principalmente los ministerios – eran o parecían ser de acuerdo a aspectos técnicos bastante precisos y dejaban de lado los cuoteos políticos que se habían convertido en una de las banderas de lucha de la campaña aliancista. Entonces una batalla gritada a los cuatro vientos, el nunca más a las cuotas políticas, se materializó a través de esos nombramientos que sacaban ronchas en los partidos pero que permitían justificar coherentemente la promesa del “no a los nombramientos políticos y si a los mejores”. Eso logró que en muchos círculos intelectuales de la derecha se creara un ambiente de satisfacción ante el actuar del gobierno. El presidente actuaba bajo parámetros técnicos – que delicia de concepto a oidos liberales – y no de acuerdo a una repartición absurda como había ocurrido anteriormente. Aún recuerdo como mostraban los CV todos los ministros con cara de “¿acaso alguno es más que yo?” y los partidos de derecha mostraban su enojo pero no podían justificar su rechazo a X ministro, ya que eran los mejores de acuerdo a esos aspectos técnicos con los que habían prometido gobernar.
Pero se les olvidó a los partidos de derecha que no es cosa de andar así por la vida siendo gobierno y pelándose entre ellos, y al gobierno de Piñera se les olvidó que no pueden gobernar como si todo fuese un retail. En resumen, los partidos políticos presionarán a los técnicos en pos de beneficios políticos, y los técnicos comenzarán a tropezar en aspectos políticos, se necesitan mutuamente para poder sobrevivir como gobierno. Como oposición los aspectos técnicos y políticos quedan separados completamente y es por ello que cada vez que había que discutir decisiones políticas aparecian Larraín o Longueira, pero cuando había que discutir temas técnicos, como por ejemplo económicos aparecía Matthei o temas legales Novoa. La cosa es mucho más simple que cuando se es gobierno, y ahora no nos deberíamos de extrañar que Matthei señale que Novoa “no tiene idea de economía”; el asunto es que los dos ambitos –técnico y político- se comienzan a confundir al ser gobierno por que s debe actuar como “uno” ahí donde los partidos son más que uno y las tendencias en su interior no son totalmente unificables. Los conflictos entre partidos y entre subdivisiones en su interior son pan corriente de cada día y no llaman mucho la atención cuando se es oposición – ¿acaso a muchos les importa la disputa Auth versus Toha?- pero tiene una visibilidad enorme cuando se está en la coalición de gobierno. La derecha no sabe ser gobierno, está claro, pero tampoco lo supo ser la Concertación sino que aprendió en el camino, a costa de muchas caídas, pero la diferencia es que la unidad de la Concertación se posibilitaba bajo la premisa de ser el “no a la dictadura” y eso lograba unidad, en cambio la Alianza trató de crear su eje a partir de estar en contra de los elementos políticos de la Concertación y en favor de ser un “gobierno mejor y de los mejores”; es decir un gobierno donde la política tradicional quedase totalmente sometida a esta nueva política de profesionales, especialista y técnica. Y bajo esta formula, la que la misma Alianza creo, es imposible gobernar sin enfrentarse a los partidos políticos que forman la coalición de gobierno, después de todo los partidos políticos son y seguirán siendo políticos aunque señalen constantemente lo contrario.
Piñera ha caído en un abismo que no tiene ninguna salida posible sin dañar de manera bastante profunda el gobierno que él ha creado. Si comienza a favorecer a los elementos políticos el panfleto de ser “el gobierno de los mejores” comenzará a erosionarse hasta desaparecer, y lo sectores cultos de derecha comenzaran a criticar las decisiones del gobierno, y si comienza a favorecer el mundo “técnico” se dará el paso a las cada vez mayores y más constantes pataletas de los partidos de gobierno. Lo siento Su Excelencia, se ha metido en un tremendo problema que parece no tener solución posible sin herir a muchos en el camino, pero creo, con poder de pitoniso haitiano, que sus decisiones serán presionadas para beneficiar a los partidos políticos y comenzará a dejar cada vez más de lado a los “técnicos”. Ese será el comienzo del fin, por que para aplacar los ánimos de la UDI y RN el torpe actuar del gobierno se volverá cada vez más visible, y con esto el apoyo a este Gobierno seguirá cayendo en picada.
Y realmente al principio era bastante difícil el poder contradecir la formula antes descrita, uno a uno los nombramientos –principalmente los ministerios – eran o parecían ser de acuerdo a aspectos técnicos bastante precisos y dejaban de lado los cuoteos políticos que se habían convertido en una de las banderas de lucha de la campaña aliancista. Entonces una batalla gritada a los cuatro vientos, el nunca más a las cuotas políticas, se materializó a través de esos nombramientos que sacaban ronchas en los partidos pero que permitían justificar coherentemente la promesa del “no a los nombramientos políticos y si a los mejores”. Eso logró que en muchos círculos intelectuales de la derecha se creara un ambiente de satisfacción ante el actuar del gobierno. El presidente actuaba bajo parámetros técnicos – que delicia de concepto a oidos liberales – y no de acuerdo a una repartición absurda como había ocurrido anteriormente. Aún recuerdo como mostraban los CV todos los ministros con cara de “¿acaso alguno es más que yo?” y los partidos de derecha mostraban su enojo pero no podían justificar su rechazo a X ministro, ya que eran los mejores de acuerdo a esos aspectos técnicos con los que habían prometido gobernar.
Pero se les olvidó a los partidos de derecha que no es cosa de andar así por la vida siendo gobierno y pelándose entre ellos, y al gobierno de Piñera se les olvidó que no pueden gobernar como si todo fuese un retail. En resumen, los partidos políticos presionarán a los técnicos en pos de beneficios políticos, y los técnicos comenzarán a tropezar en aspectos políticos, se necesitan mutuamente para poder sobrevivir como gobierno. Como oposición los aspectos técnicos y políticos quedan separados completamente y es por ello que cada vez que había que discutir decisiones políticas aparecian Larraín o Longueira, pero cuando había que discutir temas técnicos, como por ejemplo económicos aparecía Matthei o temas legales Novoa. La cosa es mucho más simple que cuando se es gobierno, y ahora no nos deberíamos de extrañar que Matthei señale que Novoa “no tiene idea de economía”; el asunto es que los dos ambitos –técnico y político- se comienzan a confundir al ser gobierno por que s debe actuar como “uno” ahí donde los partidos son más que uno y las tendencias en su interior no son totalmente unificables. Los conflictos entre partidos y entre subdivisiones en su interior son pan corriente de cada día y no llaman mucho la atención cuando se es oposición – ¿acaso a muchos les importa la disputa Auth versus Toha?- pero tiene una visibilidad enorme cuando se está en la coalición de gobierno. La derecha no sabe ser gobierno, está claro, pero tampoco lo supo ser la Concertación sino que aprendió en el camino, a costa de muchas caídas, pero la diferencia es que la unidad de la Concertación se posibilitaba bajo la premisa de ser el “no a la dictadura” y eso lograba unidad, en cambio la Alianza trató de crear su eje a partir de estar en contra de los elementos políticos de la Concertación y en favor de ser un “gobierno mejor y de los mejores”; es decir un gobierno donde la política tradicional quedase totalmente sometida a esta nueva política de profesionales, especialista y técnica. Y bajo esta formula, la que la misma Alianza creo, es imposible gobernar sin enfrentarse a los partidos políticos que forman la coalición de gobierno, después de todo los partidos políticos son y seguirán siendo políticos aunque señalen constantemente lo contrario.
Piñera ha caído en un abismo que no tiene ninguna salida posible sin dañar de manera bastante profunda el gobierno que él ha creado. Si comienza a favorecer a los elementos políticos el panfleto de ser “el gobierno de los mejores” comenzará a erosionarse hasta desaparecer, y lo sectores cultos de derecha comenzaran a criticar las decisiones del gobierno, y si comienza a favorecer el mundo “técnico” se dará el paso a las cada vez mayores y más constantes pataletas de los partidos de gobierno. Lo siento Su Excelencia, se ha metido en un tremendo problema que parece no tener solución posible sin herir a muchos en el camino, pero creo, con poder de pitoniso haitiano, que sus decisiones serán presionadas para beneficiar a los partidos políticos y comenzará a dejar cada vez más de lado a los “técnicos”. Ese será el comienzo del fin, por que para aplacar los ánimos de la UDI y RN el torpe actuar del gobierno se volverá cada vez más visible, y con esto el apoyo a este Gobierno seguirá cayendo en picada.
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