martes, 26 de mayo de 2009

Enríquez -Ominami y el Emputecimiento Colectivo

En la famosa proclamación de Frei como candidato único de la Concertación nos quedó grabada la imagen de Escalona “puteando” a Gómez; tan sólo como un hecho anecdótico, como algo “simpático”, como un reflejo del nivel de crisis al interior del conglomerado; vimos de todo pero no logramos percibir lo que se escondía detrás de esa proclamación: que Frei es tan sólo el candidato “único” de la Concertación debido a que no hay, ni existe, dentro del conglomerado político la capacidad de ver que tras sus años de gobierno se esconde el olvido de las formas democráticas que suponían sus banderas de lucha y de unión entre partidos disímiles y conflictivos entre si. Disímiles por que nunca los partidos de la Concertación se sintieron en igualdad de condiciones o fuerzas, por que siempre han actuado bajo la hegemonía de dos partidos lideres y dos de comparsa, y así lo hacen saber y notar constantemente; conflictivos por que es difícil comprender los puntos de acercamiento o de consenso entre, por ejemplo, los sectores mayoritarios de los dos partidos mayores. Si aumentan los niveles de desigualdad y de conflictividad nos encontramos con un resultado obvio para mantener ciertos niveles tolerables de unión; la existencia de un fin superior, el retorno a la democracia por ejemplo durante la década de los 90´; la existencia de ciertas “reglas del juego” que obligan a la creación de pactos, en este caso el sistema electoral; y por último, la hegemonía de un líder que logre aunar las fuerzas y eliminar las diferencias entre los diferentes sectores, y ahí es donde falló la Concertación de manera mas grave.

Creo que la Concertación tenía la plena convicción de que todos aquellos que pertenecen a la ella o sus simpatizantes no eran nada más que una cota de caza que es imposible de que tenga variación alguna, que unas primarias totalmente criticables, y bastante poco representativas, ungirían al candidato de la Concertación bajo un aura intachable y blindada de críticas. ¿Dónde quedaron las voces de disidencia que nacen desde diferente sectores? ¿ Qué paso con la democracia como bandera de lucha? Al parecer la democracia de la concertación sólo es un concepto que no se practica en su interior y que no tiene una real cabida lo que obviamente nos lleva a que cualquiera que cuestione a la Concertación como actuar y no como teoría de un paso al costado; ¿Quién es ese costado? Enríquez- Ominami.

El “díscolo diputado” no es un alternativa nacida de él mismo, sino que es la alternativa que queda cuando la Concertación es incapaz de entregar a sus miembros y simpatizantes lo que ella misma creo y debió entregar. Enriquez es realmente el “emputecimiento colectivo” de aquellos que aun siguen confiando en la Concertación a pesar del ungimiento de un rey ilegítimo, o al menos cuestionable.

miércoles, 6 de mayo de 2009

¿Tenemos Principes Electores?


Nuevamente la Concertación ha creído ver bajo las confusas aguas de la sociedad el comportamiento y las necesidades de ella misma. Nuevamente, con la misma torpeza que arrastra desde hace una década, la Concertación ha creído que se pueden zanjar los conflictos, propios de la sociedad que dice representar, por medio de acuerdos entre “cuatro paredes”.

Hoy, al igual como sucedió con la candidatura de Bachellet, la Concertación no ha escuchado ese ruido, o murmullo, que le pide que deje de ver los votos a su favor como un acto reflejo e imposible de ser cambiado. Se está cometiendo la misma ceguera que llevo a Lagos a gritar que “hay que escuchar a la gente”, luego de no obtener más de la mitad de los votos, y la misma falta de criterio que significó que la tardía postulación de Piñera, en la siguiente elección, fuese vista por la Concertación como un acto reflejo que demostraba la falta de unidad de la Alianza. Lavin nunca fue visto por Lagos como un adversario de peso y el “escuchar a la gente” prometido por el gobierno del abanderado concertacionista fue rápidamente olvidado; la carrera ganada que corría Bachellet, según los espectaculares analistas de la Concertación, se transformó en una tortura china donde un Piñera que “no tenía nada que hacer en esta elección”, nuevamente citando a los omniscientes analistas, puso en jaque la continuidad del conglomerado de gobierno.

Hoy, al igual como en las dos últimas elecciones presidenciales, la Concertación está haciendo lo mismo; un discurso de cambio, ahí donde nunca realmente ha existido, y un escuchar a la gente cuando nunca han sido capaces de escuchar, ni siquiera, a sus mismos militantes. Es como si cada uno de nosotros fuera un Avila, un Navarro o un Arrate que es silenciado por medio de ignorar lo que representan, o peor aun, ser un Henríquez Ominami que mientras más ignorado por la Concertación es, más sube en la encuestas. ¿Cuál es la propuesta tan atractiva de Henríquez- Ominami? ¿Cómo ha logrado llegar a los dos dígitos sin ser el abanderado oficial de ningún partido? Porque la candidatura de Henríquez Ominami es la candidatura de todos aquellos que sienten que la Concertación ha sido asaltada por “unos cuantos”; es la candidatura de todos aquellos que, a pesar de todo, siguen siendo concertacionistas; es la candidatura de todos aquellos que sienten que un Adolfo o un Flores traicionaron a la Concertación y jamás votaran por ellos; es la candidatura que le dice “basta” a Escalona y sus “puteadas” a Gómez; es, en último término, la candidatura de todos los militantes y simpatizantes de la Concertación que siguen manteniendo el espíritu de ésta y que nunca han sido escuchados. ¿El programa de Henríquez Ominami? No importa, por que su candidatura responde más a un sentir, a un afecto, a una percepción que hoy se eleva sobre el 10% y que, sin importar si tiene programa o no, siente la ofuscación de ver que los verdaderos “traidores” a la Concertación no son ellos, sino aquellos que se han “apoderado”, cual príncipes electores, del poder, de los acuerdos y del “ungimiento” del nuevo rey (o emperador) en la oscuridad de la camara real sin escuchar al pueblo llano que le da legitimidad a la sucesión del poder político.

Es, en la extraña candidatura de Henríquez Ominami, donde se conjugan los decepcionados de la Concertación y su actuar, más aquellos que habían sido casi presionados a simpatizar con Piñera debido a un “emputecimiento total” con los partidos políticos de gobierno. Es por eso que los votos de Henríquez Ominami son votos de Frei, en gran medida, y de Piñera, en una cantidad nada despreciable. Pero, en realidad, son los votos de cada uno de los ciudadanos que se expresa de manera libre y sin presiones, y no una “cota de caza” como lo han querido ver los partidos concertacionistas que aun no logran darse cuenta que el “histórico 45% de la Concertación” se puede ir a la cresta en cualquier momento; y así está sucediendo. Los votos a favor del candidato de la Concertación no están asegurados, es bastante simple, pero aun muchos “príncipes electores” no logran ver esto que es bastante obvio, porque se han olvidado de ciertos fenómenos obvios de la democracia, entre ellos; el darse cuenta que los partidos proponen pero los ciudadanos con su voto disponen... aunque sus “príncipes” no lo puedan percibir en la aparente “seguridad sus palacios”.