Uno de los elementos en común que podemos ver en el cine de terror de los años 80’s y 90’s es que aquellos que asesinaban, estrangulaban y eran los personajes principales de cuanta matanza existiera es que detrás de ellos se escondía una historia intima, una historia personal y totalmente singular. No habían razones más allá que la de una “historia de vida privada”; por ejemplo podríamos citar a Michael Myers (Hallowen) quien se convierte en esa maquina de muerte casi sobrenatural escondiendo sus conflictos psicológicos de infancia por los abusos de su padre, o el de Freddy Krueguer (Pesadilla) quien se convierte en el asesino con los dedos de cuchillo debido a la explicación “biológica-psicológica”(¿?) de ser el hijo de una monja violada por 100 reclusos enfermos y luego ser entregado a un hogar de adopción donde era maltratado..no había más, no existía explicación más profunda que esa absurda simplicidad de concebir al “mal”, desde el cine,más que por esa idea de que todo aquello que puede ser considerado como maligno, dentro de una sociedad, puede ser sólo una patología específica y bastante extraña. Y no se necesitaban más misterios para la concepción del mal encarnado en pantalla que una pequeña explicación donde la vida se iba por un rumbo errado por medio de una minúscula, y bastante, peculiar explicación... el mal está en la sociedad y, por ende, debemos de sentir pena y miedo por aquellas falencias que hemos cometido como sociedad entera, mejorar la sociedad, sólo mejorarla, permitirá terminar con las falencias, y por ende, con los “males sociales”: era entendible comprender que el “mal” fuera el producto de un niño abusado, por lo tanto debemos terminar con los abusos y terminaremos con el mal que esto engendra, esa era la lógica general de esas películas de terror.
No había mejor sociedad que la sociedad norteamericana que se mostraba en el cine de esos años, nada era más romántica, justa, libre, luchadora que la que se mostraba en pantalla (Rocky, Rambo, Greace, Star Wars, Footloose o Reto al Destino...) y, sólo se debían hacer pequeños ajustes para terminar con ese mal que surgía desde dentro pero que encarnaba el peligro a una “matanza”, asesinato, violación etc. Y no creo que el cine de manera totalmente abstracta creó esa “imagen”, para nada, creo que existió una suerte de retroalimentación con la sociedad de esa época, al menos la norteamericana, y por ende influyó en la sociedad occidental en general...
Hoy “el mal en el cine” está encarnado en fanáticos religiosos, radicales políticos, homofóbicos xenofóbicos o medioambientalistas, racistas de todos los colores o incluso asesinos en pos de intereses de compañías transnacionales, también por seguidores de lideres históricos fallecidos o una oculta secta religiosa... ahora el mal se encarna en el cine por medio de una suerte de descontento o falla generalizada en un sistema que no da para más, ya no en una falla puntual. El terror de los 80’ y 90’ era creíble, bastante, y el de hoy lo es aun más ...
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