No pretendo hacer un análisis pormenorizado de lo que está pasando en España, y al parecer en el resto de Europa Central, sino que quiero hacer un ejercicio de comprensión de las razones que motivan a miles de jóvenes, estudiantes emputecidos, cesantes y familias sin hogar a estar acampando en diferentes lugares públicos de España como una forma de protestar pacífica frente a un sistema económico que los ha dejado totalmente desprotegidos y desamparados. Frente a un sistema económico que, como panacea, a sido defendido y legitimado una y otra vez por la clase política. Descartadas absoluta y radicalmente las conspiraciones estúpidas, la interpretación al parecer es clara y contundente: la gente está saliendo a la calle porque exigen un cambio. Un cambio de fondo en la manera de hacer política, de gestionar la democracia como relación entre sociedad y política. Como lo dice el periodista Enrique Dans "perderse analizando las peticiones de unos y de otros es un ejercicio vano: entre las personas que veo en la calle manifestándose, muy pocos apoyarían de manera expresa esas peticiones. Muchos ni se paran a leerlas, porque simplemente no vale la pena: los ciudadanos salen a la calle con una petición transversal, pidiendo un cambio radical, porque los partidos políticos y el sistema ya no les representan”.
Entonces, ¿qué es lo que desencadena las manifestaciones? ¿Existe alguna unidad ideológica, de critica o de movimiento tras el movimiento llamado, e incentivado, por las redes sociales como #spanishrevolution? La respuesta es si y no, a la vez, por que si bien es cierto es que obviamente la lista de peticiones es normalmente tildada de peticiones de “izquierda” (mayor democracia real, fin del monopolio de los partidos políticos tradicionales, crítica a las políticas económicas que han aumentado la cantidad de cesantes y la protección social, etc) no es posible concebir a este movimiento como un “movimiento izquierdista”, en el sentido de un movimiento articulado tras partidos de izquierda españoles o internacionales. Que los jóvenes de izquierdas sean los que más rápidamente tienden a salir a la calle no quiere decir nada, y pretender adscribir una protesta como esta a una ideología o a un partido concreto es sencillamente absurdo. Convertir las protestas a un determinado movimiento organizado, a una estrategia concreta o a “un lider” es una interpretación trasnochada típica de quienes no entienden nada de lo que está pasando. Buscar más organización, pretender que se hagan peticiones concretas, pedir un liderazgo más claro y personalizado o buscar debajo de las piedras un origen retorcido es absurdo: no puede ser, y además es imposible, no existe esa genesis sino una suma de condiciones que tienen en común el total desencanto y decepción frente a una clase política que debía de protegerlos frente a la crisis y no el entregarlos para “ser devorados” por un modelo económico. Si los miles que protestan tienen algún tipo de petición común esta es una petición transversal, pidiendo un cambio radical, porque los partidos políticos y el sistema ya no les representan. Representan a otros y claramente sabemos quienes son... como chileno no me cuesta tanto comprenderlo.
Se podría decir que, si algo tienen en común los miles de manifestantes españoles es su total descrédito al sistema político y como este, una y otra vez, a convertido las elecciones en una “vuelta de tuerca más” en pos de consolidar, a pesar de la crisis, el sistema económico que los a dejado en la total desnudez y crisis en la cual ahora se encuentran: un desencanto total que obviamente se ve de manera más clara en los miles de jóvenes parados (cesantes) que han visto como la cesantía juvenil ha llegado al 40% en España. Nuevamente citando a Enrique Dans: “El desencanto con una forma de hacer política que convierte al votante en un ente sin importancia que deposita una papeleta en una urna y que con ella legitima a un partido para hacer lo que le dé la gana durante cuatro años, un partido convertido en una gran empresa ineficiente y corrupta que responde a los intereses de lobbies de poder, no a los de sus votantes”.
Entonces, ¿qué es lo que desencadena las manifestaciones? ¿Existe alguna unidad ideológica, de critica o de movimiento tras el movimiento llamado, e incentivado, por las redes sociales como #spanishrevolution? La respuesta es si y no, a la vez, por que si bien es cierto es que obviamente la lista de peticiones es normalmente tildada de peticiones de “izquierda” (mayor democracia real, fin del monopolio de los partidos políticos tradicionales, crítica a las políticas económicas que han aumentado la cantidad de cesantes y la protección social, etc) no es posible concebir a este movimiento como un “movimiento izquierdista”, en el sentido de un movimiento articulado tras partidos de izquierda españoles o internacionales. Que los jóvenes de izquierdas sean los que más rápidamente tienden a salir a la calle no quiere decir nada, y pretender adscribir una protesta como esta a una ideología o a un partido concreto es sencillamente absurdo. Convertir las protestas a un determinado movimiento organizado, a una estrategia concreta o a “un lider” es una interpretación trasnochada típica de quienes no entienden nada de lo que está pasando. Buscar más organización, pretender que se hagan peticiones concretas, pedir un liderazgo más claro y personalizado o buscar debajo de las piedras un origen retorcido es absurdo: no puede ser, y además es imposible, no existe esa genesis sino una suma de condiciones que tienen en común el total desencanto y decepción frente a una clase política que debía de protegerlos frente a la crisis y no el entregarlos para “ser devorados” por un modelo económico. Si los miles que protestan tienen algún tipo de petición común esta es una petición transversal, pidiendo un cambio radical, porque los partidos políticos y el sistema ya no les representan. Representan a otros y claramente sabemos quienes son... como chileno no me cuesta tanto comprenderlo.
Se podría decir que, si algo tienen en común los miles de manifestantes españoles es su total descrédito al sistema político y como este, una y otra vez, a convertido las elecciones en una “vuelta de tuerca más” en pos de consolidar, a pesar de la crisis, el sistema económico que los a dejado en la total desnudez y crisis en la cual ahora se encuentran: un desencanto total que obviamente se ve de manera más clara en los miles de jóvenes parados (cesantes) que han visto como la cesantía juvenil ha llegado al 40% en España. Nuevamente citando a Enrique Dans: “El desencanto con una forma de hacer política que convierte al votante en un ente sin importancia que deposita una papeleta en una urna y que con ella legitima a un partido para hacer lo que le dé la gana durante cuatro años, un partido convertido en una gran empresa ineficiente y corrupta que responde a los intereses de lobbies de poder, no a los de sus votantes”.
La decisión de salir a la calle responde a una sensación general, no a una reivindicación concreta de una serie de puntos programáticos. Es por lo tanto un movimiento genuinamente social, y por ello... totalmente impredecible. Hoy una #spanishrevolution; ¿Mañana será posible una #chileanrevolution? Sólo el tiempo lo dirá; por que al parecer tenemos mucho en común con los miles de manifestantes de nuestra “madre patria”...
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