lunes, 23 de mayo de 2011

La Democracia como Fantasma... los Manifestantes como Realidad






No es ninguna novedad la existencia de los “votos castigos”, es más creo que una de las razones de más peso para comprender el triunfo de Piñera en las urnas se debió a este tipo de voto más la fuga, por la misma razón, de votos hacia MEO. De una u otra manera se ha comprendido que la ciudadanía se manifiesta en las urnas a través de premios y castigos hacia las coaliciones y que, por ello, la democracia funciona. Sin embargo esta visión es bastante simplista dejando de lado el hecho mismo que la calidad de la democracia, dudosa por donde se la mire en Chile, no permite realmente esa suerte de retroalimentación entre ciudadanía y Partidos Políticos de la cual tanto se jacta nuestra querida democracia para legitimarse a sí misma. La frase “las instituciones funcionaron” para callar a las multitudes y a las manifestaciones sólo demuestran que realmente las instituciones NO funcionan, ya que de ser así sería ridículo el pensar en manifestaciones legitimas y sólo caerían en una suerte de pataletas incomprensibles o de un grupo mínimo sin mayor peso que su misma incoherencia de aceptar la “justicia de las reglas del juego”.

Las reglas del juego democrático son comprendidas por todos, a grosso modo, y es por ello que es bastante difícil apelar a la democracia ahí donde todos comprenden el concepto aunque sea en abstracto, y eso posibilita que a mayor diferencia entre lo que comprendemos por democracia y su carencia, mayor son los niveles de protesta apelando a lo “incomprensiblemente antidemocrática” de una medida. Aquí, en las protestas ciudadanas, no existe ningún liderazgo ya que los liderazgos políticos tienen poco y nada de credibilidad por el hecho de ser “políticos”, y es la política la que se ha desgastado y perdió toda credibilidad, no la democracia. La democracia como sistema de gobierno sigue gozando de amplias simpatías, felizmente, y los partidos políticos de poco y nada.




En las manifestaciones del 21 de mayo un manifestante portaba una pancarta que decía “Democracia Fantasma”, y el manifestante andaba vestido de idem. Nuestra censuradora y arbitraria prensa lo encontró simpático y bastante jocoso y lo publicó en todos los periódicos con una linda foto del manifestante. Lo triste es el hecho que detrás de esa caracterización y de su pancarta se esconde una crítica lo suficientemente fuerte que nos puede hacer temblar: la democracia si puede ser un fantasma: podemos definir qué es, podemos incluso encontrar manifestaciones de ella, pero no la vemos, no la podemos abrazar y, por sobre todo, parece que al pensar sobre ella nos asalta la duda sobre su existencia real debido a la carencia de demostraciones reales.

La democracia se ha convertido en un fantasma por que ella no es más que una duda constante hoy en día y que sólo es apoyada y legitimada como democrática en la medida en que “otros” nos cuentan como esta ha funcionado, y como esta se ha manifestado... los simples de los mortales vemos poco y nada. Entonces, qué nos puede quedar si ya no podemos percibir la democracia con nosotros, es posible que sólo nos quede la fe o la esperanza de que ésta está funcionando y que otros nos cuenten de como este “fantasma se ha manifestado” para mantener la creencia fantasiosa de su existencia. Y si realmente un fantasma recorre Chile estamos perdidos, por que los fantasmas sólo existen para quienes creen en ellos...

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