sábado, 31 de julio de 2010

3 Preguntas ... sólo 3 ...



Muchas veces el hombre tiende, en una especie de egoísmo, cuya variante de “egoísmo intelectual” es tan sólo una versión mas, en dejarse ciertas cosas para uno para después apropiarse de ellas como ideas propias. Como un acto de traición con ese autor original, o medianamente original, que lanzó ese pensamiento como una pequeña granada hacia el status quo apacible y destructivo.




Creo que ese es el caso principalmente de esos autores de guerrilla, cuyo fin al escribir era – y es -todo lo contrario; ser el cuchillo capaz de rasgar esa tela de coherencia bajo la cual se protege el sistema actual. Entonces, como yo tengo poco que decir, y no quiero caer en ese “egoísmo intelectual” los dejo con 3 preguntas, sólo 3, de quien creo es una de las mentes mas lúcidas de estos “autores de guerrilla” que disparan de manera tan certera que , a veces, pareciera que sólo apuntan con el dedo a un muerto que no habíamos percibido por nuestra ceguera ...








Estas son sólo 3 preguntas de una entrevista realizada por un periodista argentino hace un par de años atrás .








-¿Y cuál sería el ideal humano que corresponde a nuestra democracia liberal y a su cultura posmoderna? ¿Y qué es lo que se pretende con ese ideal?





-Está muy de moda decir que la desintegración del comunismo en 1989 significó el fin de la utopía y el ingreso a un mundo "post-ideológico". Sin embargo, los años 90 señalaron el surgimiento de una auténtica utopía. Con el capitalismo liberal ya tenían la fórmula. Todo lo que necesitaban entonces era difundir una actitud posmoderna: nada de identidades fijas. Esa fue la utopía. Si el 11 de setiembre de 2001 tiene un significado simbólico, es justamente el de marcar el final de esta utopía. De manera que, para mí, la verdadera utopía fue la de los años 90. Teníamos todas las respuestas. Debíamos olvidar la revolución porque vivíamos en el mejor sistema posible. Lo que nos hacía falta era más tolerancia, multiculturalismo, libertad sexual. Esto terminó el 11 de setiembre. Pero hay otro aspecto importante. Muchos izquierdistas, bajo la influencia del posmodernismo, piensan que estos valores -multiplicidad, libertad para elegir y reinventarnos a nosotros mismos- constituyen actitudes subversivas y revolucionarias, como si el poder defendiera aún valores conservadores.





-¿Y no es verdad?



-No. Para decirlo de una manera pasada de moda, todos esos valores posmodernos son los de la ideología dominante: olvídate de los viejos objetivos políticos, ahora eres libre de dedicar tu vida al sólo propósito de realizarte a todo nivel, desde llenarte de dinero hasta hacer el amor más seguido, pero también en un sentido espiritual. Miremos un poco hacia el campo del arte: ¿Adónde quedaron aquellos buenos tiempos en que el arte oficial era conservador y la vanguardia se dedicaba a provocar a la gente? En la colección Saatchi de Londres, que integra el circuito cultural establecido, se pueden ver obras perturbadoras como videos de colonoscopías, mierda, lo que se nos ocurra. Mi ejemplo preferido es el de esa pequeña ciudad estadounidense, cuyo nombre no recuerdo, donde domina una izquierda que defiende esa idea de potenciar todo tipo de deseos personales. ¿Es que acaso los necrófilos no son víctimas de una clara marginación? ¿No es nuestro deber como sociedad facilitarles ciertos cuerpos para su placer? Esta es una falsa permisividad en mi opinión. Falsa en dos niveles. Primero, resulta evidente que en nuestra vida personal somos libres de hacer lo que nos venga en gana, pero ¿qué decisiones son las que realmente importan?





-¿Y cuáles son?



-Por ejemplo, si tratamos de nacionalizar un banco descargarán sobre nosotros los peores insultos: populistas, comunistas, es decir que no serán tan permisivos en ese plano. Segundo, ¿no hay acaso en esta supuesta permisividad un mandato oculto proveniente de lo que en psicoanálisis llamamos el "super yo"? Se trata de una verdadera obligación: "¡debes gozar!". Se impone la diversión, porque de lo contrario nos sentimos culpables. Es como una moral kantiana al revés. En otros tiempos la obligación moral era llevar una vida "decente". Si traicionabas a tu esposa, te sentías culpable por buscar el placer. Ahora se trata de lo contrario, si no buscas el placer, si no estás dispuesto a gozar, te sientes culpable. Y no estoy hablando de una hipótesis abstracta. Me encuentro todo el tiempo con psicoanalistas que me dicen que ésa es la razón por la cual la gente acude a la consulta. Se sienten culpables de no gozar lo suficiente. La gran paradoja es que el deber de nuestros días no impone la obediencia y el sacrificio, sino más bien el goce y la buena vida. Y quizá se trate de un mandato mucho más cruel. Probablemente el discurso psicoanalítico es el único que hoy propone la máxima: "gozar no es obligatorio, te está permitido no gozar". La paradoja de la sociedad permisiva es que nos regula como nunca antes. Yo no confío en esa idea liberal según la cual el Estado fue superado por el mercado, por las grandes compañías. Nunca antes un aparato estatal fue más fuerte ni tuvo un control más absoluto sobre su propia población que el de EE.UU. hoy. No digo que sea tan malo como el estalinismo, sino que dispone de nuevas tecnologías. ¿Sabe cuál era el problema del estalinismo? Aplicaban un terror ciego porque el gran trauma de los dirigentes era que no sabían lo que estaba pasando, no lo podían controlar todo. De allí la demanda por encontrar traidores y hacer purgas todo el tiempo. Se hallaban en pánico permanente; en los años 1930 se encontraban en medio del caos total y por eso aplicaban el terror arbitrario. No hay necesidad de algo así en EE.UU., porque saben qué está pasando. Encuentro un poco ridículo todo ese discurso sobre la desaparición del Estado. Desde luego que desaparecen algunos servicios, como el de salud por ejemplo, pero el aparato represivo, la inteligencia, la policía son más fuertes que nunca.

martes, 20 de julio de 2010

Senadores Chilenos como Veedores (Teniendo menos potestad que la Fifa en esto)



En esta extraña visión que hemos generado de ser la postura de la razón y de la defensa de nuestros altos valores caemos una y otra vez en una suerte de “soberbia moral-política”, en otras palabras hemos adoptado no sólo las características propias de la globalización como un hecho consumado, sino que, a la vez, hemos transformado las prácticas propias de los “lideres” de la globalización en prácticas propias sin cuestionamiento alguno. Si “ellos” lo hacen, y sin las vanguardia de lo que debe ser la globalización y el liberalismo, nosotros como seguidores de ellos, debemos de hacer los mismo; esa parece ser la lógica escondida tras todo esto. Si EEUU es agresivo, nosotros también lo seremos; pero claro, ellos son agresivos de manera directa y son tapujos en pos de la libertad y la democracia (léase Irak, Kuwait o Cuba), nosotros seremos “agresivos” moralmente en pos de esas mismas prácticas; léase Venezuela.

Por que la lógica ridícula de Larraín, Allamand, y de otros miembros pro gobierno en Chile, es dar vuelta dos elementos claves para trastocarlos a ojos de todo Chile; el primero la soberanía nacional que es propia de cada uno de los Estado; y la segunda, la “soberbia” a la cual nos referíamos anteriormente.

El primer punto es así de simple; se ha señalado una y otra vez el famoso dicho popular, como si las relaciones internacionacionales se basaran en ellas, que: “el que nada hace nada teme” y que, por tanto, Chávez debería dejar entrar a los “senadores chilenos que sólo buscan hacer transparente las elecciones “democráticas” en Venezuela”. Así de simple es como se ha planteado el tema, tan sólo eso, una lógica infantil y que hace que el punto segundo tenga relación con el primero; “la soberbia”.




Volvamos al primer punto y veamos lo siguiente; si usted está en su casa permitiría que: el vecino le vaya a inspeccionar; ¿si limpia bien el baño, si educa bien a sus hijos o si realmente bota la basura? Si su respuesta es no; entonces podríamos suponer que “algo esconde” y que realmente su casa es un asco en todo sentido y que toda suposición negativa sobre usted y su casa está bien fundada. Pero claro usted dirá; ¡mi familia y yo sabemos que no es así!. Entonces ... usted puede ver claramente que el problema no es el “no dejar entrar” sino que dejaría entrar a quien sospecha que “la casa está vuelta pata’s pa’ arriba y que los onda pelando en el vecindario”.

Ahora veamos un segundo punto, que tiene relación con el primero obviamente; “¿y si dejamos entrar a aquellos que nos pelan para así demostrar que las cosas están bien en mi casa?”. El problema es este, no puedo dejar entrar a quién parte de una sospecha y que, por lo tanto, sólo verá aquello que de antemano quería ver: “es probable que cualquier detalle sea visto como que soy realmente una bestia de hombre y que tengo una poquería de hogar”. ¿Pero si nunca ha llegado carabineros por algo será no?, si nunca me han quitado a mis hijos por no darle condiciones básicas ... ¿por algo será? Y claro que no ha sido así, nunca me han sacado un parte por malos olores o ha venido el SENAME a quitarme a los cabros chicos ... y son instituciones que YO reconozco con todo lo que involucra su autoridad, obetividad y potestad. Y en cambio, a mi vecino no le reconozco en nada más que estar geográficamente ubicado cerca y saber de él por parte de sus “pelambres” y sus críticas.




Y el problema es que así ha actuado Chile, con Venezuela sólo hemos sido los “vecinos peladores”, ya que no tenemos potestad ni autoridad alguna para ser veedores de sus elecciones. Los que realmente son veedores son organizaciones internacionales u organizaciones supranacionales que piden esa autorización, no países soberanos cuestionando las formas democráticas soberanas de otros países democráticos. Y en esto Chavez tiene toda la razón, al menos por esta vez: “¿Por qué autorizar a entrar a vecinos que sólo vendrán a pelar?, Por que obviamente la posición en contra de Venezuela ya la tienen formada de antemano y buscarán el polvo debajo de las puertas”.





No sé si a usted le ocurre lo mismo; pero esto de países soberanos “garantizando” democracias o sistemas políticos ajenos me suena bastante conocido...

sábado, 17 de julio de 2010

¿Qué es ser Mapuche? ¿Qué es ser Terrorista?

Cuando se le atribuye un predicado a una sustancia formal (como es el caso de cualquier sustantivo a partir de un adjetivo formal), no tiene ninguna otra consistencia, y no puede tener otra, que la de darle un contenido ostensible a esa forma. En el “terrorismo mapuche”, el predicado “mapuche” no tiene ninguna otra función más que la de proporcionar un contenido aparente a la palabra “terrorismo”, que carece de todo contenido, al menos en este caso; político.

Si lo ponemos en términos kantianos[1]. El predicado “mapuche” proporciona una falsa “esquematización” de la categoría puramente formal de “terrorista”, confiriéndole una falsa identidad sustancial.
Ahora, en hegeliano: la verdad de tal “determinación reflexiva” (el terror a los mapuches) es su inversión inherente e inevitable hacia una reflexión determinada; el “mapuche terrorista”, esto es, el terrorismo constitutivo de la propia identidad mapuche.

[1] Aunque en el caso de Alicia Kant sería totalmente diferente. Vs. Alicia Kant “La Esperanza Continúa”. Editorial; “je, je, je”.

jueves, 15 de julio de 2010

No Title #093728





En el instante en que la imagen evoca a que el pensamiento se vuelva un ente no ficticio se recurre a la imaginación para romper con la lógica del erotismo ligado a cuerpos humanos eróticos. Con la imaginación debemos de dar coherencia a las incoherencias, de una u otra manera el mundo racional es sólo una creación a partir de partes de un todo que no es tal. No existe la totalidad coherente, son sólo partes inconexas que debemos de llenar. A mayor capacidad de encajar las partes mayor es la posibilidad de que la imaginación nos deje a solas, mayor es la coherencia de un discurso que parece, o quiere ser, totalmente lógico. Las partes de un todo son sólo eso; partes. No conforman una unidad, tan sólo forman discontinuidades que nos obligan a ver.No veo más que devenir.



¡No os dejéis engañar!. Vuestra miopía, y no la esencia de las cosas, es lo que los hace ver tierra firme en este mar del devenir y el fenecer. Ponéis nombres a las cosas como si éstas subsistieran, pero no os podéis bañar dos veces en el mismo río. /Heráclito

martes, 13 de julio de 2010

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A esta hora, la vida entera de nuestro planeta, desde el nacimiento hasta la muerte, se detalla, día por día, en las miríadas de astros-hermanos, con todos sus crímenes y desgracias. Lo que denominamos progreso está encerrado en cada tierra entre cuatro paredes, y se desvanece con ella. Siempre y en todas partes, en el campo terrestre, el mismo drama, el mismo decorado, en la misma estrecha escena, una humanidad ruidosa, infatuada de su grandeza, creyéndose el universo y viviendo en su prisión como en una inmensidad, para hundirse muy pronto con el globo que ha cargado, con el desdén más profundo, el fardo de su orgullo. La misma monotonía, la misma inmovilidad en los astros extraños. El universo se repite sin fin y pifia en el mismo lugar. La eternidad interpreta imperturbablemente en el infinito las mismas representaciones.


A. Blanqui.