Quiero comenzar haciendo una reflexión que nos permita el
comprender que el hombre en su racionalidad no puede omitir, y es que la
irresponsabilidad del hombre frente a lo que sucede lo lleva a la total y
absoluta falta de responsabilidad con respecto a sí mismo y los otros. Por
ende la libertad como omisión, como no participación -como silencio- puede
llegar a ser una alternativa, pero una alternativa que nos hace irresponsables
frente a lo que nos sucede, nos vuelve animales irracionales cuyos actos
carecen de total y absoluta repercusión conciente. Irresponsabilidad e
inconciencia frente a lo que sucede, así parece ser la libertad que hemos
elegido.
Me hago no participe de los actos que suceden,
actuando en ellos, pero –apelando a mi libertad- no me hago participe de lo que
“va a suceder” con aquel acto. Como si ante el incendio en la casa del vecino
cerráramos los ojos y oídos para no ver las llamas ni escuchar los gritos de
desesperación, así parecemos actuar. La respuesta de la irresponsabilidad es
bastante simple: yo no tengo nada que ver con el incendio, yo no puedo hacer
nada contra el incendio, o, lo que haga o deje de hacer no cambiará en nada los
efectos del incendio. A eso llamamos libertad, y la consideramos un logro, pero
es una libertad irresponsable, es una libertad que –en último termino- apela a
que nadie es responsable con respecto a lo que formamos entre todos. El
incendio de la casa del vecino no es mi responsabilidad por que no inicié el
fuego –pero sí soy responsable con respecto a que, teniendo la oportunidad de
hacer algo frente a aquello que “hace daño”- no hago nada, apelando a mi
libertad o mi falta de responsabilidad en el acto mismo del incendio. Frente al
morbo de la televisión –de transmitir el vivo y en directo como le comunican a
un padre que su hijo ha sido encontrado muerto- no puede existir como respuesta
“responsable” el apagar el televisor. Eso es simplemente omitir, sencillamente
no hacernos responsable de lo que hacen los canales de televisión dentro la
sociedad de la cual formamos parte. Convierte
la televisión en un medio que puede ir más allá del bien y del mal y
que- apelando al rating o la libertad- pueden pasar a llevar cualquier piso
moral bajo el cual podemos convivir.
Yo no quiero ser responsable del daño que puede
sufrir mi familia, pero eso implica – a la vez- el comprender que tampoco
quiero que otras familias sufran daño, y reconociendo que lo que sucede en las
familias forma parte de lo que construimos entre todos –sociedad o comunidad-
no nos podemos mantener al margen sin destruir aquello que formamos.
El problema no es “el mal”, el problema es
sentirnos irresponsables con respecto a ese mal, no ser responsables de poder
cambiar el mal hacia el bien, o creer que somos impotentes frente a lo que
sucede frente a nuestros ojos. En un mundo gobernado por la irresponsabilidad y
la total carencia de efectos futuros de nuestros actos el único punto en común
que podemos tener es apelar a la libertad de que todo lo que hacemos o dejemos
de hacer escapa a cada uno de nosotros. No hay posibilidad alguna de crear
consensos, discusiones o soluciones conjuntas, sólo hay actos que existen o no
existen y que frente al rechazo de estos podemos omitirlos o ignorarlos, hacer
como que estos jamás han existido. Si le gusta vea la televisión, sino le gusta
apáguela. Si cree que la crisis medioambiental no existe no se informe, así esa
crisis dejará de existir y el medioambiente dejará de ser un problema, al menos
para usted –ignorando-. Sí la televisión se ha convertido en un espectáculo
morboso y cree que la solución es apagar la televisión entonces esta se
convierte en un medio carente de responsabilidad y –por lo tanto- sin la
capacidad para poder determinar –como piso mínimo- algún tipo de moralidad
mínima. Determinados por el consumo –apagar o no la televisión- la información
que nos ofrecen -vaciados de elementos morales- no se diferenciaría en nada
entre escoger entre un lápiz negro o azul, meros gustos a gusto del consumidor
que en nada afectan, que no tienen responsabilidad alguna en la construcción de
la realidad. Si frente a las acciones que tienen lugar en la sociedad nosotros
no tenemos responsabilidad alguna entonces tenemos dos alternativas; la
sociedad no existe y sólo existen los individuos; o ésta no es nada más que una
imposición abstracta y carente de todo sentido que actúa sobre nosotros sin que
podamos hacer nada. La primera nos lleva a un individualismo radicalizado donde
cada uno de nuestros derechos están garantizados como libertades de consumo
–basados en oferta y demanda-, la segunda de las alternativas nos lleva a una
sociedad carente de un tejido social en el cual descansar y, por lo tanto, en
la que ninguno de nosotros –individualmente- tiene responsabilidad alguna sobre
la existencia de las peores bestialidades dentro del conjunto humano ya que
“escapan a mi como individuo”. La
responsabilidad se nos presenta como un deber. Un deber para con la humanidad
futura en cuanto a su existencia y esencia.
Apagar la televisión no es alternativa, como
tampoco puede ser el silencio frente al mal a nuestros ojos: la ignorancia y la
omisión; una cobardía. Hans Jonas señaló “responsabilidad es
el cuidado, reconocido como deber, por otro ser, cuidado que, dada la amenaza
de su vulnerabilidad, se convierte en preocupación”. La existencia de tal o
cual sociedad es responsabilidad de todos, no el derecho de algunos como
imposición de libertades individuales sin ningún tipo de reconocimiento de los
efectos de cada uno de nuestros actos en “el otro”. Una televisión
irresponsable es tan moralmente reprochable como creer que dejando el gas
abierto no seré responsable de lo que ocurra posteriormente ... no sabía lo que
iba a ocurrir después, no se nada de las leyes químicas que originan el fuego.
No somos responsables de nada, ignoramos todos y cada uno de los efectos de
nuestros actos. Es la misma respuesta que dieron millones de alemanes antes la
bestialidad de Auschwitz ... “no somos responsables por que no podíamos hacer
nada, no somos responsables por que no sabíamos lo que sucedía”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario