El tema identitario en América Latina es un problema que
ha adquirido una gran importancia en los últimos años, traspasando los límites
de los especialistas en el tema de carácter identitario para ser una
preocupación de carácter político y social. Sin embargo el tema de la identidad
ha estado siempre presente en América Latina, aunque no con la misma
relevancia, ya que los períodos de preocupaciones identitarias responden a
periodos de crisis y profunda crítica frente a determinados paradigmas de
desarrollo y su funcionamiento una vez llevados a la práctica; como es el caso
del Chile actual. Es en los periodos de transformaciones societales y
culturales el tema identitario se potencia y adquiere una especial
significación simbólica.

Hoy debemos de pensar las paradojas de la globalización y dejar de
pensar a esta como un paradigma cerrado, ya que este mismo fenómeno produce
obligatoriamente un resurgimiento de las identidades locales ahí donde este
fenómeno mundial no puede ser una respuesta favorable a las demandas y
expectativas que esta misma ha provocado (los ejemplos de Bolivia, Venezuela y
Ecuador son claros). Si antes hemos señalado que la llamada “crisis de la
modernidad” a inicios del siglo XX produjo una explosión de cuestionamientos
sobre la identidad, hoy debemos de ver que las crisis económicas dentro de un
mundo globalizado producirá obligatoriamente el resurgimiento de los
cuestionamientos sobre la identidad ahí donde la globalización no responde a
sus promesas en torno a mejoras sustanciales económicas en detrimento de los
elementos locales. Podríamos decir que la formula se invierte; se comienza a
criticar el modelo económico global a la vez que se refugian en identidades
locales hasta ayer criticadas como una forma de retraso o explicación frente a
las desigualdades o inestabilidades económicas.
Es por eso que la búsqueda de una identidad mirando al pasado es
extremadamente dificultoso ya que la sucesión de rupturas no coinciden,
tampoco, con la nación o el Estado en Latinoamérica debido a que los Estados de
América Latina pueden contener a la vez diversas nacionalidades y, por ende,
diversas culturas. Seguramente es por esta razón que la pregunta sobre nuestra
identidad presenta la dificultad de que nuestra historia latinoamericana se ha
construido en torno a abruptas y constantes superposiciones que hacen más
borrosas la búsqueda de una huella de continuidad en la construcción
identitaria nacional y regional. El
caso es que la transculturación o
transplante de culturas foráneas en nuestro subcontinente americano junto con
el sincretismo y mestizaje socio-cultural ha mantenido latente la preocupación.
y la dificultad misma, para dar respuesta a nuestra identidad como Latino
América.
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